miércoles, 30 de noviembre de 2022

Tintado a verde

Matrix (1999).

En cierto modo siempre quise esta vida. Quizás aquella escena de la película noventera de tinte verde sci-fi llamada Matrix (1999) subsumió lo que como un niño me atraía de la computación: la cibernética, el internet, la ingeniería y la filosofía. Me refiero a esa escena donde el protagonista yace recostado en su escritorio frente a un monitor CRT de la época, fatigado por su quizás infructuosa búsqueda de un hacker famoso. Sí, eso me pareció atractivo de niño, y desde siempre me han gustado las computadoras. Y hoy, después de un leve sopor frente a mi computadora —y tras horas de análisis y trabajo relacionado con la disciplina del «Materials Informatics»—, caí en cuenta que llegué a algo parecido a eso que al niño de nueve años le pareció genial: desentrañar secretos a través de la tecnología informática. Y por esto realmente me considero afortunado; por haber seguido y ser fiel a aquello que me gusta. Debo confesar, sin embargo, que la ficción sólo fue una parte minúscula que me ha llevado hasta aquí, y lo cierto es que Matrix hoy es una tragedia en la praxis más que una épica de sagas de ficción sí uno se pusiese a discutir sobre ello. Pero lo que me gusta de esta vida es estar, precisamente, observando y participando en cierto modo en esa ágora tecnológica que se vive hoy día: el de la ciencia y la tecnología. Algo así se vivía por primera vez en los inicios/despegue de la internet.

¿Qué cosas cool del sector informático se han olvidado de los años 90? Bueno, por ejemplo, en la época, según los recuerdos que conservo de mi niñez, se tenían magníficos y exquisitos diseños mecánicos de dispositivos como lo eran los disquetes y los discos magnetoópticos, así como para los gabinetes de computadoras. Incluso los diseños de algunos monitores eran futuristas, por esto pienso que había elegancia en estos. Pero quizás lo más maravilloso era la internet de esos momentos era que había tanta creatividad y variedad, existían muchas páginas web creadas por diversos autores con sus propios estilos en HTML. Todo esto hacía del uso de la red una experiencia realmente interesante. No había ciertamente uniformidad, tampoco intenciones vacías, y la libertad de expresión permeaba casi todos los lugares de la red en los años 90. Los cibercafés eran toda una experiencia. Y aunque no soy nostálgico del pasado y de sus objetos, debo reconocer que esas características hacían del sector y de la red entornos y sitios especiales. O quizás es romanticismo propio realmente añejado.

Aunque hoy hay cosas especiales en la red, hay también vacíos generados por el reemplazo o cese de elementos esenciales para la creatividad. Por ejemplo, lamentablemente la libertad ya no está garantizada en la red, menos la privacidad, y hay una uniformidad en estilo, filosofías, y perspectiva de vida —es decir, estilo de lo mainstream—, que no se sesga hacía lo que pienso debería ser algo inteligente, agudo y significativo en el avance tecnológico y la calidad de pensamiento. No. Es más, algunas redes sociales son muestra de ello. ¿Pero qué sí se puede rescatar de la internet de hoy? El contenido de las comunidades claro está: escribo este post escuchando música de baja frecuencia de Cyberpunk 2077, eso explicaría mi punto, algo que no existiría sí esa uniformidad fuese plena. Por otra parte, en la red existe algo que por fortuna no está normado, no hay uniformidad, y que ha visto una fuerte explosión orgánica en años recientes: la comunicación de la ciencia y de sus resultados. Una característica que espero se conserve y por la cual debemos luchar más allá de lo que se viva en el mainstream, para que permee a todos los niveles. Incluso a aquellos en donde más se le necesita: los recintos académicos de niveles medios.

Por ejemplo, la ciencia de datos, la inteligencia artificial y la informática aplicada han visto un creciente número de reportes científicos en los últimos años (ver, p. ej., arXiv:1911.05289), lo cual es «nutritivo» para el avance científico y tecnológico. Y esto me hace recordar a aquellos tiempos de infante, en el que recorría y leía cada página web codificada en rústico HTML, pues me hace remembrar otra característica —la que atañe de un campo fértil y con mucho potencial como lo era la red en los años 90-2000—, la apertura de los datos.

Y bueno, este post me surgió luego de volver a leer Neuromancer  en su versión inglesa el día de ayer, y hoy, después de despertar esta tarde en mi escritorio tras revisar unos modelos que estoy entrenando para un trabajo que pienso publicar; y también encontré espacio para hacerlo. Como sea, pienso que son tiempos excitantes, no en lo mainstream, sí en el sector de la ciencia y de la tecnología... Por cierto, algo también interesante es el surgimiento de artistas independientes, como los que comparto al final de esta entrada. 

Hasta pronto

Alejandro


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