¿Otra vez me voy? Hacia segunda mitad del año dos mil veintitrés
Rumbo a la turbulencia de una danza de luz, desafiante pero iluminadora.
Hace un año y medio regresé formalmente a las aulas. Aunque durante toda la pandemia, y parte final de mi doctorado, estuve como asesor científico y académico para proyectos, así como tutor de alumnos de posgrado en mi querida Universidad de Guanajuato, fue en el año dos mil veintidós que obtuve un nuevo contrato formal con una institución tecnológica para impartir cátedra y clase a alumnos de ingeniería.
Diría que desde dos mil veintidós he trabajado como científico académico; he dedicado una tercera parte a investigación, otra a academia y la que resta para consultoría. También debo resaltar que, durante este tiempo, por fin, obtuve por lo que trabajé en demasía: el reconocimiento oficial por parte del gobierno mexicano como investigador nacional SNII Nivel I del CONAHCYT. Esta es una de las dos cosas que debo resaltar como logro más importante desde este y el año pasado.
¿Cuál es esa otra cosa? Mi libro. Por fin lo terminé y está listo para la producción, un logro que me llena de gran orgullo. No obstante, este proyecto se ha convertido en una parte tan integral de mí, que resulta difícil liberarlo y permitir que encuentre su propio espacio en el mundo. No puedo negar que este libro fue una obsesión, dedicando todo mi tiempo libre a ello. Recuerdo levantarme antes de las cinco de la mañana para afinar detalles, escribir párrafos e ideas, y pulir el manuscrito antes de enviarlo a revisión de ortotipografía y corrección de estilo. Durante muchos meses, fue el foco de mi existencia. Pero ahora, está terminado. Finalmente, es una obra que puede ser leída. En un futuro daré más detalles al respecto. Lo crucial por el momento es expresar que está concluido y prácticamente listo para su venta: ya cuento con registro de obra, ISBN y canales para su comercialización.
Si bien mi trayectoria ha sido, en general, fructífera, debo admitir que he experimentado cierto grado de desilusión con el ambiente en el que he invertido energías en dos ocasiones distintas. La rentabilidad de mis esfuerzos, en esos contextos, ha sido decepcionantemente similar a las experiencias anteriores. Estas circunstancias me han impulsado a buscar nuevas oportunidades y, por fortuna, he encontrado una posición postdoctoral que me parece prometedora. Con esto en perspectiva, parece que a estas alturas mi destino está inexorablemente ligado a la esfera de la academia y la investigación. Como consecuencia, mi próxima parada será una universidad privada; en realidad una gran universidad, puesto que en ranking, es en 2023 de las primeras entre sus pares. Pienso que es una gran oportunidad para mi carrera.
A mediados del año dos mil veintitrés, la sensación de haber alcanzado considerables logros me es innegable, aunque no exenta de un considerable desgaste mental. Pero he hallado alivio y equilibrio a través del ejercicio físico, las visitas a mis familiares y al retomar la lectura de libros de filosofía. Además, debo subrayar lo cuán orgulloso me siento de mis alumnos de posgrado de la Universidad de Guanajuato. Su crecimiento y éxito constituyen una fuente de gran satisfacción personal y, sin duda, representan uno de los aspectos más gratificantes de mi labor docente e investigativa.
Si bien mi vida podría no estar marcada por la plenitud en todos sus aspectos, me considero genuinamente satisfecho y contento (también afortunado). En este punto de mi trayectoria poseo un entendimiento profundo de mi capacidad y potencial, y estoy consciente de que aún me resta mucho por aportar. Percibo este momento como el comienzo de un emocionante viaje, una travesía a través de la vastedad de lo desconocido, rumbo a la turbulencia de una danza de luz, desafiante pero iluminadora, que representa la adquisición y generación de aún más conocimiento. Este viaje académico e intelectual, a pesar de su rigor, se muestra como una aventura fascinante y enriquecedora...
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