viernes, 20 de marzo de 2020

Sobre Atlas Shrugged, Rand y el Egoísmo Racional



Advertencia: esta entrada desencaja con mi blog Materia en lo que considero interés científico y tecnológico por cuanto he escrito y habré de escribir. Es un texto que he decidido rescatar de un antiguo y perdido blog que escribí hace tres años antes de iniciar estudios doctorales, por lo que carece de todo el rigor que actualmente me esfuerzo en plasmar sobre mis trabajos, que es exponer lo que estudio sin tomar lugar para la opinión más allá de lo que se extrae como conclusión y se discute respecto de los resultados de una investigación.  Pienso que la entrada es eminentemente personal, y la rescato del pasado y el olvido porque, a mí juicio, en tiempos de cualquier incertidumbre aguda, como la que se vive hoy, Rand no pierde vigencia. Sea para cuestiones equivocadas o acertadas, con el paso del tiempo las interpretaciones de sus obras siempre tienden a ser extremistas en todo sentido que evocan. De esta manera, todo aquí en esta entrada es estrictamente un punto de vista que mantengo desde el día que escribí dicho texto, y que lejos de romantizar busca sólo mencionar lo que representó Rand en el pasado, y adjuntar lo que creo nos ha traído a reflexionar sobre su influencia en personas que dictan/dictaron muchas de las políticas económicas de EE.UU. desde los últimos cincuenta años de la humanidad, igualmente para bien, o para mal de otros tantos.

Dom, 15 de Enero 2017 06:50:19, rescatado de registros del blog «optenmx»

El mensaje que subyace en Atlas Shrugged (Rand, 1957) tiende a ser optimista en el sentido de tentar al lector de que «allá» es posible construir un mundo «nuevo», alejado de la decadente sociedad, y quizás hasta en afán de rebeldía. Además, la novela puede reconfortar a quienes están o hemos estado cansados alguna vez del sistema sociopolítico en el que se vive. Porque pone en perspectiva y resuelve las dudas que, en soledad, uno se hace sobre sí es correcto tomar ciertas decisiones respecto a sobreponer los intereses individuales por encima de los que corresponden a una sociedad y a la comunidad en general. Aunque es una opinión propia, lo sorprendente y fascinante sucede cuando se cotejan con otros lectores las experiencias de leer dicha obra, ya que siempre hay coincidencias: —Es como ponerse lentes de contacto, pero de la percepción del pasado y la realidad— me comentó una persona que considero una lectora de las más experimentadas que he conocido. Coincidí inmediatamente con ella.

Atlas Shrugged es una obra escrita por Ayn Rand. Como autora, materializó en ensayos y novelas lo que en muchas ocasiones se contrasta con la realidad sobre lo propio: describió al egoísmo racional en tiempos modernos desde una visión objetiva y material. Esa, a consideración propia, es la gran aportación que tal filosofa/escritora hizo al mundo. De tal suerte que Atlas Shrugged es una obra que mezcla fragmentos de racionalidad con épica romántica e idealista sobre el amor propio. Por demás, podría decirse que Atlas Shrugged es una oda al egoísmo racional, descrita a través de las historias individuales, y conjuntas, de los héroes que presenta.

Sobre el egoísmo racional de Rand se puede decir, grosso modo, que es perseguir a plenitud la culminación de aquellos proyectos propios, que son racionales y que se rigen bajo el principio de no-agresión. En perspectiva, como ya se ha mencionado, ello sugiere no actuar en condiciones en que lo propio y lo individual implique «dar» sin perseguir algo en concreto. Es decir, el egoísmo racional, adoquinado por Rand en sus novelas, dicta que jamás te debes sacrificar por intereses ajenos sí estos no contribuyen con los tuyos. Ese es el mensaje que ella sugiere en la obra, pero con las capas necesarias de lógica y racionalidad que le dan sentido a esa palabra y expresión que mucha gente encuentra difícil de emitir en público: —Yo—.

De Atlas Shrugged, sin embargo, nunca me gustó su personaje principal Dagny Taggart, quien lucha en contra de un séquito de perversos hombres que conjuran designios desafortunados contra hombres productivos y «no-saqueadores» de riquezas genuinas, y construidas por aquellos a los que Rand presuntamente tiende a cubrirles de heroísmo. Aunque la obra se centra en la vida de Dagny, la historia es enriquecida por otros personajes que interactúan y evolucionan alrededor de ella. Es más, el pasado y los orígenes ficticios de la heroína son tan cautivadores que ahí hubiese existido otra novela de mayores aristas. Es decir, en los familiares de Taggart se pudo haber dado una descripción con mayor crudeza del egoísmo racional. Porque Dagny es una heredera de fortunas e imperios empresariales ya consolidados, con capacidad intelectual superior, y que lucha por no perderle todo ante familiares ineptos. Pero no más.

De Rand, además, resulta fascinante leer otra de sus obras, Capitalism: The unknown ideal (Rand, 1967) por las aportaciones de quien se podría considerar uno de sus alumnos: A. Greenspan. La razón es porque en ello existe un claro ejemplo de que una persona puede cambiar con los años y que las ideas que profesa quizás nunca fueron suyas. Ni por mínimo asomo.

Greenspan, economista muy famoso por dirigir en múltiples ocasiones la Reserva Federal de EE.UU. (FED), en su ensayo titulado Antitrust y contenido en la obra Capitalism: The unknown ideal de Rand, menciona vehementemente que “El regulador último de la competencia en una economía libre es el mercado de capitales”. ¿Sería cierto o el señor Greenspan sólo buscaba enraizarse al círculo de la filósofa? No lo sé, no me interesa, pero he ahí la cuestión: ¿qué pudo haber sucedido con Greenspan, el capitalismo que profesaba y, en concreto, el egoísmo racional, que además pregonaba, para convertirse en director de la FED?, pero más relevante, ¿qué hubiese pensado Rand de la trayectoria de Greenspan después de los años 2000? Una cosa es segura, tal vez el egoísmo racional descrito de forma sólida y ornamentada por Rand no fue suficiente. O tal vez lo de Rand es poesía. Lo que no tiene lugar a dudas es que su obra, Atlas Shrugged, es una novela. Y la filosofía descrita ahí, a través de sus personajes, quizás no adecuada para un modelo de economía. Ejemplo en carne por vida de su alumno.

¿A dónde voy con el egoísmo racional de Rand en ésta entrada? A la historia: Rand era una filósofa política, pero no una economista. Hay certeza en que algunos economistas son filósofos. Pero eso lo dejaré porque no tengo trayectoria suficiente, ni educación formal o tampoco experiencia en la economía. Lo que sé y he leído es que Rand y otros dos economistas muy famosos fueron contemporáneos, lo que parece haber marcado a toda una nueva generación de practicantes de dicha profesión, como L. Summers, quienes terminaron dictando muchas de las políticas económicas actuales del siglo XXI.

Sobre los economistas famosos, me refiero a Milton Friedman y John Maynard Keynes. La historia y las obras de Rand y Friedman sugieren que ambos se inclinaban por el egoísmo racional. Keynes, por el contrario, creía en el asistencialismo gubernamental como política de los gobiernos estadounidenses. Además, es importante enfatizar que los modelos de Keynes y Friedman rigen más o menos al día de hoy a las economías occidentales desde los años posguerra.

Y con todo esto, la clave de la historia económica está en el fallido Greenspan, en sus propios pupilos, la crisis del 2008 y en el "egoísmo racional" greenspaniano, emanado y sepultado en tal momento de la historia (para más evidencia, sugiero al lector el documental Inside Job, de Ferguson, proyectado en 2010). Greenspan, seguidor y alumno de Rand, desencadenó, con acepciones de políticas económicas de Friedman una serie de crisis recurrentes desde los años 70s que terminaron estallando en 2008. A tal grado que afectaría a toda una generación de personas a nivel global (incluidos tú y yo sí naciste en la década de los 80s y 90s). Pero la verdadera falacia de todo es que, contrario a lo que se pensaría, bajo una lógica inversa a los ideales randianos, Greenspan y sus pupilos asistieron desde la FED a aquellos hombres que se hacían del poder global y de los mercados financieros con dinero público. —Sí, ese grupo de hombres tan similar a los que Dagny Taggart luchaba en la novela—. Vaya contradicción, ¿no?

Una advertencia: en ningún momento sugiero que Friedman, Keynes o incluso Rand estaban mal. Al contrario, sus aportes han inspirado y ayudado a la humanidad a entender más sobre el comportamiento de la misma. Tanto de manera técnica como filosófica. Sin embargo, ¿qué se puede concluir con esta entrada? Bueno, dejo las siguientes palabras de quien incluso era opuesto al mismísimo Friedman:

"En el momento actual, la gente está excepcionalmente deseosa de un diagnóstico más fundamental; más particularmente dispuesta a recibirlo; ávida de ensayarlo, con tal de que fuera por lo menos verosímil. Pero fuera de este talante contemporáneo, las ideas de los economistas y los filósofos políticos, tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que comúnmente se cree. En realidad el mundo está gobernado por poco más que esto. Los hombres prácticos, los que se creen exentos por completo de cualquier influencia intelectual, son generalmente esclavos de un economista difunto"
Keynes, J. M. (1935)

La propia Rand, en su obra Philosophy: Who needs it (1982), enfatiza sobre el uso de su método de la «Detección Filosófica», que consiste en probar convicciones, propias y ajenas, así como ideas, y cuestiones filosóficas de agentes que buscan implantarlos bien en los individuos o en la sociedad. Así el egoísmo racional también debe cuestionarse: por muy ideal y cautivador que se lea en las obras de la autora, no es a prueba de cuestionamiento e interrogantes. Más aún, en mi opinión, algo incuestionable no debería terminar guiando a quienes dictan las políticas económicas de un país. Por lo que ya se ha visto en el pasado inmediato.

En cuanto al ámbito local, la historia del egoísmo racional alcanzaría incluso a México (considero de una manera muy superficial, torpe y anticuada). Sostengo, bajo una hipótesis, que Friedman y quizás Rand influyeron en las políticas económicas que rigieron a este país desde hace más de cuarenta y cinco años. Sino de manera directa, sí por influencia. En concreto, con los mal llamados tecnócratas y sus políticas neo-liberales tropicalizadas a tenor mexicano. Así, pienso que los hilos se conectan y mi hipótesis es que algunos de los secretarios de gabinete de las administraciones supra-liberales fueron influenciados indirectamente por Rand y Friedman (algunos secretarios del Estado mexicano estudiaron en Chicago, capital del nuevo liberalismo). Sin embargo, sobre esto me limito en éste simple párrafo.

Finalmente, pienso que cuestionar es lo esencial desde una perspectiva objetiva por cuanto se busca entender un fenómeno y la realidad. En un tercer orden, esto es, los análisis que se hacen de la misma sociedad, quizás lo mejor es crear con apoyo de bases filosóficas y científicas lo bastante sólidas las guías para dejar en mejores condiciones a un país ante cualquier eventualidad, contingencia, y como plataforma para un futuro de crecimiento y desarrollo económico. Es decir, quedarse con lo reconfortante, como lo que escribe Rand, puede ser cómodo, pero adoptar no significa crear dicho futuro, se tiene que ir más allá que de los terrenos de la inspiración emanada por la filosofía de autores como ella. De ahí el por qué considero echar un vistazo a la historia y cuestionarse sobre las ideas y pensamientos que se han escrito; para entender qué rige al presente hay que entender a los pensadores del pasado. Rand no es la excepción, y con pesar de que sea burda para muchos (no es mi caso), vaya que sí influenció a agentes clave de la economía norteamericana y quizás de muchas otras partes del mundo. Porque tal como se citó a Keynes, mucha gente termina siendo esclava de ideas de filósofos ya difuntos, sin que se cuestionen las mismas.  

Para cerrar, no soy un fanático seguidor de Rand y el egoísmo racional. Sin embargo, le dediqué esta estrada porque pienso que mucho de lo que ella escribió tiende a acercarse a lo que se consideraría lógico por cuanto se destaca en la filosofía que esta pretende comunicar, que es el sistema filosófico que Rand creó, el Objetivismo, en donde se sostiene que sirve para vivir en la tierra. No obstante, mi inclinación filosófica es hacía la ciencia, filosofía de la ciencia, y el desarrollo de la tecnología, que han permitido al ser humano ir extendiendo el dominio del Estado del Arte y la Técnica, y que cuando se promueven, se practican y ejercen con la formalidad suficiente, y además que se re-conectan con la sociedad, dan frutos materiales y otorgan crecimiento económico (sobre esto, existen datos de sobra y evidencia suficiente en algunos países para argumentar que es una de las maneras en que las naciones generan crecimiento y desarrollo sostenidos), y aunque ello no está excluido, o al menos no es lo que pretende excluir el Objetivismo, cierto es que mucha de la ciencia y los avances terminan siendo fomentados y subsidiados por diversos gobiernos alrededor del mundo. Pero eso ya es extenderse a algo que no pretendía exponer aquí.

Addendum, Viernes 20 de Marzo 2020

Aún sigo pensando igual que en el último párrafo que se ha escrito arriba. Además, creo que Rand no deja de ser interesante, sus escritos son cautivadores, y quizás inspiradores en algunos momentos, pero lo más importante es que ahora pienso que la evidencia de algunos de sus frutos, i.e., las decisiones de aquellos a quienes ha inspirado, demuestran contradicciones con lo que debería ser el ideal randiano.

Aunque tengo mucho tiempo de no leer novelas,  puedo decir que Atlas Shrugged fue una obra muy entretenida y que me gustó en 2009 cuando confronté por primera vez su texto, y que lo hice así por mera inquietud de leer algo objetivo en medio de la crisis económica que se vivía en aquellos tiempos. 

Y, ¿me inspiró Atlas Shrugged? Sin duda, sin embargo es una novela. No un manual de economía, no una disertación filosófica, ni mucho menos le considero como parte de una guía para vivir en la tierra. Es más, no tomo partida a favor ni en contra de la supuesta filosofía que se presenta. Pero aún así la recomiendo. Porque, corrijo: es una gran novela.

Alejandro.

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