miércoles, 1 de abril de 2020

Breve entrada sobre el libro — La ciencia y cómo se elabora — de Chalmers A.F.


En una entrada anterior hice una breve reseña sobre el libro de Alan Chalmers ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? (Chalmers, 2015), el cual es una obra que presuntamente sirve como introducción a la filosofía científica para quienes o bien no tenemos capacitación formal en la materia, o para los estudiantes que desean tener una recopilación de los movimientos y pensamientos más relevantes al interior de la misma. En esa entrada mencioné por qué no es realmente un libro de tales características y porque es una propuesta del autor más que otra cosa. Bien, esta entrada la dedicaré al libro-disertación que el autor presenta, a saber, como una continuación de su primer libro y de la postura filosófica que nos presenta desde ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?.

La obra La ciencia y cómo se elabora (Chalmers, 2006), parte como un análisis del problema que representa la supuesta unicidad y existencia del método científico, por cuanto éste se  postula como una versión refinada y aumentada del empirismo baconiano por parte de los filósofos del positivismo lógico, del Círculo de Viena. Como tal, el autor no renuncia en momento alguno a la racionalidad sobre los cercos y límites que presenta en su obra alrededor del problema sobre el método científico. En lo concreto, se desprende de argumentación excesiva (como la que señala por parte de otros filósofos, e.g., Feyerabend), para sostener análisis y crítica al mismo. Más aún, busca dar equilibrio al derroche y agotamiento que dejan ver los relativistas en sus sobradas críticas al método, y que incluso se mencionan en el libro a manera de bases para ulteriormente proponer las bases que él considera adecuadas para enfrentar esa cuestión.

Chalmers argumenta dentro de su obra sí es que la ciencia es objetiva, racional y genera conocimiento verdadero, al mismo tiempo que no requisita fundamento para esas aras. Así, a lo largo de la primera mitad del libro, y en la última parte, se refuerza la noción del por qué el supuesto de «grado de fertilidad» de oportunidades objetivas de una teoría es mejor que los criterios de demarcación, falsabilidad y verificabilidad para elegir entre diversas teorías disponibles para estudiar la realidad. De hecho, en ciertos pasajes el autor reniega incluso de los excesos de Kuhn en cuanto a relativismo y aceptación de teorías como consenso de un grupo refiere. Así, sí se pudiese dar una reducción a gran parte del libro es a través de que éste busca dar respuesta a por qué el autor considera que es mejor negar la existencia de un método universal, que de paso considera falible en las ciencias.

Pero el libro no sólo se detiene a postular un equilibrio entre el relativismo y la unicidad del método científico por cuanto da nociones de su inexistencia. También expone la trascendencia e implicaciones que supone la ciencia en la sociología, y viceversa. Así, se nos presentan argumentaciones bastante sólidas del por qué es mejor una ciencia autónoma de influjos sociales y políticos. Pero que es imposible separarla o conseguir que se desprenda de objetivos fincados por cuestiones externas a esta. Es más, el autor propone como correctivo necesario el reconocer los «limites legítimos»  de la ciencia (pp. 157-161), que dejo al ávido lector desentrañe por sí mismo. Además, se presenta el análisis del desarrollo, validación y praxis de la ciencia por cuanto no deberían estar sujetos a la explicación social. En esto último quizás culmina la obra del autor.

Ahora bien,  — ¿qué pienso de la obra?, bueno, Chalmers nos expone mesura en su libro, que interpreté como una respuesta a los extremismos de algunos otros filósofos de la ciencia. Vaya, lo he visto como una especie de conciliación hacía la formalidad refinada lograda por el Círculo de Viena en el pasado. Así, aunque el supuesto del grado de fertilidad de las teorías es ciertamente relevante, y aunque se reconoce mucho de lo que se logró a través del método en la ciencias, no deja de inquietarme el hecho de que al contrastar los postulados de Chalmers y sus contemporáneos con las obras de Hempel, Carnap, Popper, o ¡incluso Bacon!, y que se vean siempre ensombrecidos por la formalidad legada de éstos últimos a las ciencias, es decir, en mentes que persiguen la lógica y el orden, es muy difícil decantarse por aquello que tiende al caos, el desorden y la «informalidad», y que lejos de dar explicación, sustenta el famoso "todo vale" que pudiese inquietar hasta al más rebelde de los científicos.

Sí, es bueno leer a Chalmers, sus dos obras dejan preguntas abiertas a quien invierte el tiempo necesario para dar la oportunidad a puntos de vista menos agudos y «afilados» dentro de la filosofía científica. Y eso es legitimo. Al menos la lectura me ha reforzado la inquietud de seguir leyendo los postulados del positivismo lógico, del neopositivismo y las nuevas corrientes que persiguen la continuación de esto. El autor es, pues, la mesura que se buscaría después de la relatividad planteada en otras obras acerca de la ciencia. Claro, sin perder brújula del legado de Kuhn... porque los trabajos de Kuhn constituyen lo que considero una cosmovisión de la ciencia. 


Alejandro.

Música de la entrada:




Referencias
  1. Chalmers, A. F. (2015). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Una valoración de la naturaleza y el estatuto de la ciencia y sus métodos. México D.F.: Grupo editorial siglo veintiuno.
  2. Chalmers, Alan F. (2006). La ciencia y cómo se elabora. México D.F.: Ed. Siglo XXI.

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